Con la crisis económica internacional que desató el coronavirus, la situación de la pobreza en América Latina es un tema de discusión. ¿Cuántos pobres dejará o qué situación dejará? De acuerdo con el Secretario Ejecutivo del Coneval, en el caso de México mucho depende de qué tanto se extiendan las medidas de resguardo domiciliario.
Ciudad de México, 8 de abril (SinEmbargo).- Desempleo, incremento en el empleo informal y alza de precios, son de las primeras consecuencias, en materia económica, que el COVID-19 tendrá en México, comentó José Nabor Cruz Marcelo, Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En entrevista con SinEmbargo, el doctor Cruz Marcelo aseguró que, de entrada, en esta Jornada Nacional de Sana Distancia que se planeó hasta el próximo 30 de abril, la política de incrementar los ingresos de los hogares a través de los apoyos como becas y de pensiones a adultos mayores, es la atinada, pero que habría que replantearse si los problemas de salubridad se extienden incluso un par de meses más.
Sobre el tema de la informalidad, comentó que al tratarse de un tema que México a través de los años no ha logrado atender de la manera correcta, la crisis por coronavirus podría ser la oportunidad para establecer una adecuada coordinación entre los tres niveles de gobierno para poder acercar los programas sociales a esta población.
Parte del análisis que elaboró en este diálogo lo hizo con base en los datos de la crisis de 1995 y de 200-2010, esta última aún con efectos en la economía del país que se sumarán a los que ya se perciben por la emergencia sanitaria.
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–Doctor, si bien no es ni adecuado ni posible hace un cálculo de cuántos pobres dejará esta crisis sanitaria, ¿se tiene ya una perspectiva de las implicaciones de ésta en el corto y mediano plazo?
–De manera bianual se publica el reporte sobre pobreza multidimensional, el último de agosto pasado, tenemos indicadores que de manera trimestral nos permiten tener un seguimiento para ver cómo evoluciona el valor de las canastas alimentarias y no alimentarias, como también la parte del Índice de Tendencia Laboral de Pobreza, desde el cual vemos que desde el Primer Trimestre de 2005 hasta el Cuarto Trimestre de 2019, tenemos la evolución de los ingresos laborales reales de los trabajadores mexicanos.
En ese indicador podemos analizar lo que ocurrió en la crisis 2008-2010 y evidentemente, poder darnos una idea de qué pudiera ocurrir y la temporalidad de esta crisis que estamos viviendo al día de hoy. Claramente una crisis de salud, pero que transitará al espectro económico.
Una de las preocupaciones que nosotros podemos plantear en cuanto a los mecanismos de transmisión que podemos observar a través de estos indicadores, es en primer lugar, con el tema de los ingresos reales de los trabajadores.
Hay dos problemáticas: la primera es que pudiera haber incrementos tanto en la parte del desempleo o en la pérdida de empleos formales que transiten a la informalidad. A partir de ahí se puede dar una disminución de los ingresos laborales de los hogares mexicanos, pero además se debe acotar lo que puede ocurrir con la inflación.
Transitamos a otra variable, muy macroeconómica, que es la depreciación del peso en las últimas dos semanas, que probablemente, aún cuando reconocemos las acciones de política monetaria de Banxico, podríamos esperar en las siguientes semanas un incremento de precios.
Debemos ser cautelosos, no podemos esperar espirales inflacionarias como en los 80 y 90, pero sí podría haber un traspaso de un incremento de precios internacionales a precios nacionales, que podría alejar la inflación de la meta de Banxico que es el rango de 3 por ciento a más-menos 1 por ciento.
Si esta situación, este parón económico en el que nos encontramos dada la Jornada Nacional de Sana Distancia que pudiera alargarse más allá del 30 de abril, sí podría significar pérdida de empleos y el porcentaje de la población con ingreso laboral interior al costo de la canasta alimentaria, se se situó en el 4T de 2018 en 39.8 por ciento y el 4T de 2019, era de 37.3 por ciento. Esto nos ponía lejos del valor más bajo de este indicador que fue en el 2T de 2008 cuando era de 32.9 por ciento.
Es decir: no nos hemos recuperado del todo de la crisis de 2008-2010, exclusivamente tomando en cuenta este indicador de ingresos laborales, y desafortunadamente lo que podemos esperar es que este descenso del indicador, producto de los aumentos al salario mínimo y la estabilización de la inflación en los últimos dos años, se pueda perder en el muy corto plazo dado que estas dos variables van a mostrar volatilidad en las próximas semanas.
Ahora, por otro lado, está la informalidad, que podrá robustecerse, lo que impactará en la carencia de Seguridad Social. Esa es una de las carencias, de las seis que mide el Coneval para el enfoque multidimensional de pobreza, y es la que mayor número de mexicanos reportó en 2018. Si en el Segundo Trimestre de este año hubiera un incremento de trabajos informales, seguramente carecerán de seguridad social y aumente para la siguiente medición, que es a mediados de 2021.
–Sobre la informalidad. Ahorita la indicación es quedarse en casa, pero casi la mitad de la población, que depende del trabajo en la calle, no puede hacerlo. Año con año, a cada Gobierno dice atender la informalidad, pero hoy las cifras dicen que no se ha logrado. ¿El costo por no hacer caso a eso será alto?
–Si uno ve las cifras, sobre todo en el comparativo de 10 años en cuanto a las carencias que medimos en Coneval, aproximadamente 65 por ciento de la población en 2008 reportaba la carencia por seguridad social y apenas disminuyó a 57.3 por ciento en 2018.
Apenas en ese rango de 10 años se pudo disminuir casi ocho puntos porcentuales; sobra decir que es la carencia que mayor número de mexicanos reportan.
Una posible opción para no perder estos avances hubiera sido crear un mayor número de empleos formales en los últimos años o al menos un esquema básico de seguridad social. Desafortunadamente no ocurrió en un mayor número de empleos o los deseables, por eso, sin lugar a dudas es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos ante crisis tan peculiares y fuertes como la que estamos viviendo el día de hoy.
Lamentablemente cuando realizamos el análisis al interior de esta carencia, nos encontramos con un indicador que pudiera contener dada la política de bienestar del Gobierno federal, que es la población de 65 años o más sin acceso a la seguridad social y con el esquema de pensión a adultos mayores se podría contener por la transferencia monetaria directa. Eso podría servir para que esta carencia no crezca demasiado en este año.
Pero la contraparte es todo ese grupo de trabajadores de 30, 40 y 50 años que no cuentan con un seguro de desempleo o algún mecanismo mucho más robusto de seguridad social.
–Pasando a otros grupos, los más vulnerables. ¿Cuál sería la perspectiva para los pobres extremos, las personas indígenas y las personas con discapacidad?
–En cuanto al grupo de pobreza extrema, tomando de nuevo la analogía de lo que ocurrió entre 2008 y 2010, la carencia que aumentó entonces fue la de acceso a la alimentación. El porcentaje de población que clasificamos como mexicanas y mexicanos en situación de pobreza extrema es la más vulnerable a eso, y la perspectiva es que mientras mayor sea la cobertura focalizada a grupos vulnerables en áreas rurales del país que reciban transferencias monetarias, ya sea por pensión a adultos mayores, becas o algún otro apoyo, podrían contener que no aumente esa carencia alimentaria.
Pero debe ser muy localizado a áreas rurales del país, que es donde se mantiene el mayor número de pobreza extrema y presencia de grupos vulnerables, como es la población indígena. Ciertamente el anuncio de hace un par de semanas de adelantar la transferencias de los apoyos monetarios, podría permitir en esta coyuntura de abril y probablemente mayo, significar un mayor recurso económico a estas familias para alimentarse.
El tema se pudiera agravar si esta coyuntura, sobre todo el parón económico, dure hasta junio de este año. Habrá que esperar.
–El tema de las transferencias es complicado. A veces es criticado el apoyo a los informales. ¿Cómo se puede atender a este sector de la población que resiente desde ya la crisis?
–La Coordinación que pudiera hacerse entre el Gobierno federal y las entidades federativas será importante porque algunos de los datos que publicamos en Coneval, es que en el último cierre de programas sociales, tenemos contabilizados un poco más de 8 mil programas y acciones de política social a nivel municipal, estatal y federal, en este último cerca de 150.
Son importantes también las acciones que van a realizar los municipios y los estados. De manera coordinada el escenario óptimo sería fomentar una coordinación para seguir evitando la duplicidad de programas en el ámbito federal y estatal.
Los programas incentivos, transferencias condicionadas o no, que los estados pudieran aplicar a esa población informal serían importantes y cruciales para complementar la política de bienestar federal.
–Pero entonces eso depende de varios elementos. Primero que la crisis se empiece a remontar este 30 de abril y la otra es hacer las cosas rápido para atender problemáticas de años.
–Todo va a depender, desafortunadamente, de qué tanto se alargue esta situación, primero la sanitaria y a partir de ahí con los efectos sociales y económicos. Si uno hace el comparativo con 2008-2010 y lo que ocurrió en 1995, en donde los primeros tres trimestres tuvimos caídas del PIB muy fuertes, consecutivas. De igual genera ocurrió en 2009. Lo que pudiéramos tener es que ojalá la contracción del PIB fuera solamente en el segundo trimestre de este año, para que a partir del tercero y cuarto pudiéramos tener una recuperación económica más acelerada. Pero todo dependerá de lo que ocurra después del 30 de abril.
Esta situación tan particular, nunca ocurrida en nuestro país, podría ser una motivación a establecer esos mecanismos de coordinación entre la federación y los municipios y estados para hacer más eficientes los programas sociales en nuestro país.
–Ahora sobre el “levantón”. ¿Cómo será, hacia dónde?
–México de alguna manera cuenta con ciertos motores muy focalizados de nuestra economía. Uno es la parte del turismo, lo que condicionará muy rápido el levantamiento hacia los últimos dos trimestres de este año.
También depende de la recuperación de la economía norteamericana, eso no solo por el tema de incentivar nuestras exportaciones, sino también el tema de las remesas, que será crucial. De acuerdo con el último reporte del banco central, en febrero se reportó un nivel máximo de remesas, habrá que esperar qué ocurre en marzo y sobre todo en abril, dado el parón que también hay allá.
Al final también será el propio contexto de recuperación mundial, que termine la incertidumbre en el mercado petrolero, que termine o se controle la incertidumbre en el mercado cambiario.
Todas esas variables que están transcendiendo la política social de bienestar van a condicionar qué tan rápido sea la recuperación. El programa de transferencias directas que desde el año pasado ha planteado el Gobierno federal contribuye sobre todo a los deciles de más bajos ingresos a tener una fuente de ingresos segura, mensual, pero no es suficiente, todo dependerá de que los empleos, sobre todo en el sector servicios, turístico, comercial y financiero, se puedan recuperar lo más pronto posible para que la merma en los ingresos no se vea tan prolongada como en la crisis de 1995 o de 2009.